El ejercicio de nuestra función
sexual es independiente al sexo. El sexo puede ofrecer un cambio de ánimo
radical en las personas y para muchos el sexo es una especie de droga que se
puede usar para tratar de calmar el dolor, el rechazo, el temor a la soledad,
la ansiedad y hasta el abuso sexual, pero con el tiempo descubrimos que sólo
disfraza nuestras verdaderas necesidades por un instante de placer, y , a la
larga, esta situación empeora cada vez que se hacen mayores estos momentos de
placer para cubrir una verdadera carencia afectiva o necesidad.
Es en este punto cuando el sexo
empieza a convertirse en una adicción; ya que el placer rápido del encuentro
sexual se convierte en una especie de antídoto o alivio temporal.
El adicto se vuelve incapaz de
cambiar su comportamiento, por diferentes factores psicológicos como la baja
autoestima, la falta de motivación, entre otros, el adicto al sexo quisiera
cambiar; sabe que tiene que cambiar, pero sabe que llega el punto que no puede
hacerlo sin ayuda profesional. La adicción al sexo es progresiva, empeora con
el tiempo, siempre busca más, un nivel más alto y no se detiene.
La adicción sexual crea
tolerancia como cualquier otra adicción, produciendo pérdida de personalidad,
del pudor, y creando impulsos obsesivos que le llevan a repetir el acto sexual
con cualquier persona. El adicto hace cosas que no quiere hacer.
Es en este punto donde nos
volvemos vulnerables para poder contraer cualquier tipo de infección de
transmisión sexual entre ellas el VIH, virus que causa el Sida y que puede
contraerse a través de diversas prácticas sexuales (entiéndase vaginal, oral o
anal), independientemente si se es hombre o mujer, heterosexual u homosexual.
El sexo no es malo; por el
contrario, es una experiencia fascinante, placentera y fabulosa. No podemos
vivir sin tener sexo, pero es muy fácil confundir la conducta y el deseo sexual
normal con la compulsión y la gratificación afectiva. Una persona puede tener
un apetito sexual mayor de lo que podrían considerarse estándares (frecuencia
sexual alta o muy alta) y no ser adicta al sexo.
Los adictos, no sólo al sexo,
sino en general, si no sacan a la luz su problema y se enfrentan a el, su
esperanza de liberarse o solucionar la adicción está limitada. Es necesaria la
ayuda profesional.
MgSc. Leonardo Mavárez
Orientador en Sexología
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comente esta nota acá: