Por Johan León.
(Azul+) Cuando se inicia la
terapia antirretroviral (TAR) con un recuento de linfocitos T CD4 bajos,
hablamos de menos de 50/mL, suele presentarse este fenómeno llamado Síndrome de
Reconstrucción Inmune (SRI). Además de su relación con el VIH, este síndrome se
asocia con otras patologías que afectan la respuesta del sistema de defensas
del cuerpo humano.
Una vez que la acción del sistema
inmunológico se activa gracias a la toma de los
medicamentos para contrarrestar
el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), pueden presentarse una serie de
patologías producidas por agentes que se encontraban de forma latente en
nuestro organismo y, pese a que generalmente la TAR favorece la reducción de la
carga viral, así como el fortalecimiento del sistema inmunológico, se pueden
presentar algunos signos y síntomas que resultan desconcertantes y
preocupantes.
Se calcula que entre 10 y 25% de
las personas que inician una terapia antirretroviral han experimentado el SRI,
entre horas después de iniciarlo o hasta en los dos meses siguientes, y esto
puede significar diversas manifestaciones clínicas que van a depender de la o
las infecciones oportunistas que tenga la persona y los órganos afectados.
Juan Carlos Ricaurte, médico
especialista en VIH y Sida y perteneciente a AIDS Healthcare Foundation de Hollywood, destaca que “El SRI asociado
a microbacterias son los casos más frecuentes reportados y constituyen
aproximadamente un tercio de todos los casos de SRI. Además de la tuberculosis
y mycrobacterium avium (MAC), el SRI ha sido observado con criptococo,
citomegalovirus (CMV), virus de la hepatitis B y C, microbacterium leprae,
histoplasma capsulatum, Pneumocitis jiroveci, el virus de varicela-zoster, los
virus de herpes simples” entre otros.
El diagnóstico es algo que puede
dividir la opinión de los especialistas, pero en líneas generales, se
caracteriza por un deterioro clínico o de los parámetros establecidos en los
resultados de las pruebas de laboratorio luego del inicio de la terapia
antirretroviral. Esto no quiere decir que
la TAR no esté haciendo efecto, sino que es un proceso que se suele dar de
forma paralela a la reconstrucción del sistema inmunológico y que involucra
otros agentes patógenos, como lo mencionamos anteriormente, y que requiere la
atención de estos signos y síntomas.
En cuanto a los criterios de
diagnóstico, Ricaurte señala que se debe considerar si luego del inicio del TAR
se producen síntomas nuevos o el deterioro de los síntomas preexistentes, así
como “la presencia de síntomas que no se puedan explicar por la adquisición de
una infección nueva, o la historia natural de una enfermedad adquirida
anteriormente”.
El tratamiento va a depender de
las manifestaciones clínicas; hay quienes recomiendan tratar las infecciones oportunistas
(que se aprovechan de la debilidad del sistema inmune para atacar al organismo)
antes de iniciar una terapia antirretroviral para evitar un posible
reforzamiento de las mismas cuando el organismo responda al TAR, sin embargo
esto puede ser un arma de doble filo si el recuento de células CD4 es muy bajo.
La terapia antirretroviral no se debe suspender si diagnostica SRI, a menos que
la sintomatología sea muy grave o permanezca por más de dos meses. Es
importante que el médico especialista determine un tratamiento específico para
salirle al paso a los signos o síntomas que esté experimentando la persona.
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