(Azul+) Ayudan a sentirse
mejor y fortalecer el sistema inmunológico. Los ejercicios físicos son una
clave para mantener un estado de salud favorable, no obstante, en el caso de
las personas que viven con VIH deben hacerse de forma moderada y,
preferiblemente, bajo supervisión médica.
El ejercicio físico permite
mejorar la masa, fuerza y resistencia de los músculos, además de la resistencia
cardíaca y pulmonar; mejora el nivel de energía para sentirse menos cansado y
reducir el estrés, produce sensación de bienestar, aumenta la resistencia de
los huesos y junto con una dieta adecuada permite la estabilización de los
triglicéridos y el colesterol, así como el nivel de azúcar en la sangre.
En el caso de quienes viven con
VIH, ejercitarse es un factor muy importante para estabilizar o prevenir la
disminución de las células T (CD4, CD8 las cuales resultan afectadas por el
virus) estimula el apetito, mejora la calidad del sueño y hasta tiene tiene
efectos positivos para la autoestima.
La recomendación es hacer una
rutina de 20 minutos como mínimo, pero tampoco llegando excesos, al menos tres
veces por semana. Tómalo con calma e incorpora los ejercicios a los hábitos
cotidianos. En el caso de vivir con VIH es muy importante reconocer las
limitaciones físicas individuales y no llegar a fatigarse; se debe avanzar con
moderación y evitar las lesiones,
El entrenamiento con pesas
(ejercicios de resistencia) es una de las mejores formas de aumentar masa
corporal, lo que suele suceder cuando la infección avanza y se inicia la fase
sintomática (Sida). También es recomendable la ejercitación cardiovascular,
como caminar ligero, correr, el ciclismo o la natación.
Es muy importante no pasar por
alto una buena hidratación, además de la alimentación balanceada. El médico
tratante puede darte indicaciones sobre la intensidad de los ejercicios y la
periodicidad con la que debes hacerlos.
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