lunes, 25 de febrero de 2008

El drama de los originales frente a los genéricos: ¿La idea mata?


Johan Manuel León

Publicado en AXV Magazine


El posicionamiento en el mercado de los medicamentos antirretrovirales (ARV)genéricos se ha ido incrementando paulatinamente en los últimos años, tanto en Venezuela como globalmente. Para algunos, la presencia de esta alternativa representa un riesgo, pues alegan que por sus costos más económicos o por ser desarrollados en países del tercer mundo carecen de la calidad necesaria y no son equivalentes a los de marca, por otro lado, los ARV genéricos han abierto caminos al acceso universal, precisamente por sus precios más competitivos.
No es de extrañarse que un tema como este esté rodeado de tanta polémica; en países como Venezuela, donde se suministra estos medicamentos a las personas que viven con VIH diagnosticadas y que lo requieran por su respuesta inmunológica comprometida, la epidemia del VIH/Sida pasó de ser una sentencia de muerte a una condición de salud crónica, tratable y en la que es posible llevar una vida con calidad.
Es completamente normal que personas que viven con VIH/Sida (PVVs) se preocupen por la calidad de los medicamentos que están recibiendo, pues de no cumplir la función para la cual fueron recetados podrían causar complicaciones médicas o simplemente no contribuir a la recuperación del sistema inmunológico, lo cual traería igualmente consecuencias graves para la salud. Sin embargo, en el caso de los ARV genéricos y cualquier otro fármaco que ingrese a nuestro país con el propósito de ser distribuido, debe superar algunas normas de bioequivalencia y biodisponibilidad las cuales, en pocas palabras, darían garantía de ser iguales (en cuanto a elementos esenciales y principio activo) a los de marca.
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), dispone de mecanismos y estudios de evaluación de estos medicamentos para garantizar su calidad y compatibilidad, y en el caso de no superar estas pruebas no ingresan a la lista de los “aprobados” por esta organización.
Tanto los medicamentos antirretrovirales de marca como los genéricos pueden causar efectos colaterales en mayor o menor grado; la clave está en determinar entre el médico y el paciente hasta qué punto estas reacciones caben dentro de los parámetros normales, y en el caso de presentarse síntomas que escapan a las reacciones convencionales notificar inmediatamente al especialista sobre los mismos. Es recomendable llevar un registro sobre las particularidades de las condiciones de salud; bien sean positivas o negativas y compartir esa información con el médico tratante, para que a su vez este profesional lleve un control sobre la respuesta inmunológica hacia ciertos medicamentos.
Cuando algún medicamento no cumple con las condiciones mínimas de calidad y produce reacciones adversas que escapan a las ya conocidas y advertidas por los especialistas, es posible ejercer el derecho a la contraloría social, bien como individuo o como grupo organizado y levantar la voz de protesta ante el Ministerio de Salud a través de los mecanismos legales dispuestos para hacer denuncias.
La incorporación de nuevas alternativas farmacéuticas es un derecho que también se consigue con la participación de todos los sectores involucrados, aunque generalmente se hace efectiva por las presiones del sector comunitario con trabajo en VIH/Sida ante las instancias gubernamentales. Hasta hace pocos años, Venezuela estaba a la vanguardia en cuanto a los nuevos medicamentos, cabría en este aspecto hacer una reflexión sobre por qué nuevas alternativas farmacéuticas de comprobado éxito en otros países no se han incorporado aún a las posibilidades terapéuticas de nuestro país. Casos excepcionales como una emergencia con varios pacientes que habían creado resistencia a más de dos terapias antirretrovirales en el Zulia impulsaron la necesidad de incorporar , por citar un ejemplo, la alternativa del primero de la familia de los inhibidores de fusión, el Enfuvirtide.
Paso por paso
El procedimiento para la adquisición de medicamentos ARV debe efectuarse a través de los servicios de infectología, inmunología o medicina interna de los principales hospitales de cada localidad, en donde el usuario debe ser atendido por especialistas en VIH/Sida o remitido a alguno. Se realiza una evaluación clínica general, seguida de la apertura de una historia médica en ese centro asistencial, elaborar un informe médico y el profesional de la salud debe ordenar la realización de algunos exámenes de laboratorio (como carga viral y subpoblación de linfocitos) para proceder a prescribir un esquema de tratamiento adecuado para el paciente. El médico llena una ficha de solicitud de los ARV ante el Programa Nacional de Sida-ITS, organismo que revisa, registra y entrega los medicamentos a través de la farmacia local en un corto período de tiempo. En los casos de emergencia, el médico tratante debe elaborar un informe por escrito donde especifique que se trata de una excpeción, para mayor celeridad.
La entrega de los medicamentos es personalizada y si la parte interesada deja de retirar la terapia en un lapso de dos meses, el Ministerio de Salud puede proceder a retirarle del programa.
Además de esta opción, para quienes tengan la posibilidad económica, existen algunas farmacias especializadas y bancos de medicamentos en los que se pueden adquirir tanto de marca como genéricos de forma confidencial y confiable; en estos casos también es imprescindible la prescripción médica de un especialista en el área.
El factor psicológico influye
Para 2007 está previsto la incorporación de nuevas versiones genéricas de los medicamentos ya conocidos en nuestro país, esta realidad para muchos es preocupante pues entrarían en una fase experimental que todo usuario teme, con razones respetables. Sin embargo, también es cierto que la predisposición y el factor psicológico influyen mucho en los resultados, y ante situaciones como esta, para muchos “la idea mata” por lo que, independientemente si se toman medicamentos originales o genéricos es necesario hacer un registro de los efectos y hacer denuncias a tiempo, en el caso de ofrecerse drogas no aptas; esto permitiría el empoderamiento de los usuarios y un papel de mayor participación ante el Estado como proveedor de las terapias.

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