Por: Francesc Martínez (gTt)
La lipodistrofia es una condición asociada muy a menudo con la infección
por VIH y sus tratamientos y, debido a que no existe una medicación
suficientemente efectiva para reducir y contrarrestar su aparición, el estudio
de la influencia de factores relacionados con el estilo de vida en el
desarrollo de este trastorno puede ser una línea de investigación adecuada para
complementar otras acciones, como la selección de fármacos antirretrovirales
con un buen perfil lipídico.
En esta dirección, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de
Copenhague (Dinamarca) evaluó el efecto del ejercicio físico sobre la
lipodistrofia en personas con VIH. El ensayo comparó dos tipos de ejercicio:
actividad física de resistencia (o aeróbica; por ejemplo, correr o ir en
bicicleta) y trabajo de fuerza (o anaeróbico; por ejemplo, levantar pesas).
Los criterios de selección incluyeron estar infectado por VIH, haber
experimentado una pérdida de grasa en la cara, extremidades o nalgas y, al
menos, otro marcador de lipodistrofia, como colesterol elevado, sensibilidad a
la insulina y acumulación de grasa en el vientre.
Un total de 18 hombres con VIH cumplieron los criterios de selección y
completaron el estudio. Ocho de ellos fueron seleccionados de forma aleatoria
para practicar actividad física de resistencia, tres veces por semana, durante
un total de 16, y diez participantes realizaron ejercicio físico relacionado
con la fuerza, tres veces por semana, también durante un total de 16 semanas.
La edad media en ambos grupos fue de 47 años y el índice de masa corporal (IMC)
medio estaba dentro de la normalidad.
Un estudio muestra que el entrenamiento basado en la
fuerza contribuye a una mayor pérdida de grasa corporal que la actividad de
resistencia
Los objetivos principales del estudio fueron la evaluación de la
influencia de los dos tipos de ejercicio sobre la sensibilidad periférica a la
insulina y la composición de la grasa corporal.
De este modo, el ejercicio físico basado en la fuerza podría ser
positivo para la reducción de la lipohipertrofia (acumulación de grasa en el
vientre, por ejemplo), pero, a la vez, ser contraproducente en el caso de la
lipoatrofia (pérdida de grasa en la cara y/o extremidades). El ejercicio físico
de resistencia fue capaz de reducir un buen número de marcadores de inflamación
y lipídicos.
Así pues, aunque serán necesarios estudios con un mayor número de
pacientes para valorar la representatividad de estos resultados, la alternancia
de ambos tipos de ejercicio puede ser un buen camino para contrarrestar la
lipodistrofia y diferentes alteraciones metabólicas asociadas.
Varios factores podrían contribuir a la lipodistrofia;
entre otros pudieran ser los medicamentos antirretrovirales, los bajos niveles
de células CD4, género, edad, dietas, consumo de tabaco y el índice de masa
corporal (IMC))
Tomado de www.gtt-vih.org Fotografía: Johan León Reyes
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