(Azul+) No se trata de algún tipo de
vulnerabilidad biológica o de prácticas sexuales que impliquen mayor riesgo.
Los factores sociales, emocionales y psicológicos que rodean la orientación
homosexual conllevan a la autoexclusión, a la búsqueda de sitios alternativos
en los que se pueda ejercer la sexualidad sin críticas ni señalamientos, y
muchas veces por estas causas resulta difícil el establecimiento de parejas
duraderas. La imposibilidad de exposición al público con una pareja lleva a
buscar sitios clandestinos, y muchas veces estos sitios de ligue son
discotecas, bares, tascas o saunas en los que la presencia del alcohol y las
drogas recreativas contribuyen a la alteración de los estados de conciencia, y
por consiguiente, a las prácticas sexuales de alto riesgo.
Unido a esta realidad se encuentra la homofobia; la cual no
sólo se manifiesta por agresiones externas, sino que se internaliza desde muy
temprana edad y se crean los conceptos errados de: “soy un pecador”, “yo soy
malo”, “estoy imposibilitado para el amor” y otro tipo de autoflagelaciones.
El odio hacia los hombres homosexuales no es sólo un asunto Derechos
Humanos sino un atentado contra la salud y la vida pues está claro que la
homofobia contribuye a la propagación del VIH
En nuestra sociedad los valores sociales asumidos como “normales”
son los inherentes a la heterosexualidad, por lo que la homosexualidad se asume
como inmoral, degradante, criminal y enfermiza; esto lleva a la prohibición de
actos que reflejen esta orientación, lo que estimula la clandestinidad y la
formación de grupos donde puedan expresarse con mayor libertad. Esta realidad
lleva a la necesidad de reducir los tiempos y los espacios; es decir, a que los
homosexuales concreten relaciones afectivas y sexuales en muy poco tiempo,
muchas veces destinadas al fracaso o a convertirse simplemente en orgasmos
asistidos para los que necesitan una pareja casual. Indudablemente, esta
conducta de auto exclusión alimentada por el discurso homofóbico de la sociedad
produce conductas de riesgo que podrían llevar a la infección por VIH.
En tal sentido el odio hacia los hombres homosexuales no es
sólo un asunto Derechos Humanos sino un atentado contra la salud y la vida pues
está claro que la homofobia contribuye a la propagación del VIH y el temor a el
estigma y la discriminación muchas veces disuade a los gays de practicarse la
prueba de detección de anticuerpos para VIH, así como de solicitar asesoría y
tratamiento.
El odio irracional ante los homosexuales, muy frecuente en
nuestras sociedades, es una de las principales barreras que debemos trabajar
para disminuir la incidencia del VIH en este grupo poblacional.
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